El presente trabajo
sobre los valores,
en el curso de Ética
y Valores,
nos ayudó a tener una visión más amplia de lo que sucede a diario con el comportamiento
de algunas personas, y sus relaciones con los demás. En primer término se
presentarán las generalidades sobre los valores, las clases de valores; las
características de los valores morales; las normas
morales como expresión de los valores morales; la concienciamoral;
valores
morales y relaciones humanas; e inteligencia
emocional.
En cada uno de los temas se presentarán nuevas
definiciones y pensamientos de varios autores, los cuales sirven para ir
formando pensamientos propios del diario vivir y relacionados al curso, para
comprender mejor esta ciencia
tan llena de situaciones filosóficas y de lógica
según sea el caso.
Todos los temas son bastante interesantes y hacen que
nosotros los estudiantes tengamos que profundizar más en nuestros conocimientos
éticos y morales, para que podamos verdaderamente darle solución a esos problemas
reales que se nos presentarán como profesionales, consultores independientes o
bien, poner todos nuestros conocimientos para el beneficio de una empresa
en particular.
El equipo de trabajo.
Se entiende por valor
moral todo aquello que lleve al hombre
a defender y crecer en su dignidad
de persona.
El valor moral conduce al bien moral. Recordemos que bien es aquello que
mejora, perfecciona, completa.
El valor moral perfecciona al hombre en cuanto a ser
hombre, en su voluntad, en su libertad,
en su razón. Se puede tener buena o mala salud, más o menos cultura,
por ejemplo, pero esto no afecta directamente al ser hombre. Sin embargo vivir
en la mentira,
el hacer uso de la violencia
o el cometer un fraude,
degradan a la persona, empeoran al ser humano, lo deshumanizan. Por el
contrario las acciones
buenas, vivir la verdad, actuar con honestidad,
el buscar la justicia,
le perfeccionan.
El valor moral te lleva a construirte como hombre, a
hacerte más humano.
Depende exclusivamente de la elección libre, el sujeto
decide alcanzar dichos valores y esto sólo será posible basándose en esfuerzo y
perseverancia. El hombre
actúa como sujeto activo y no pasivo ante los valores morales, ya que se
obtienen basándose en mérito.
Estos valores perfeccionan al hombre de tal manera que lo
hacen más humano, por ejemplo, la justicia hace al hombre más noble, de mayor calidad
como persona.
Para lograr comprender plenamente los valores morales
debemos analizar la relación que éstos guardan con otro tipo de valores. Siendo
el ser humano el punto de referencia para los valores, cabe ordenarlos de
acuerdo con su capacidad para perfeccionar al hombre. Un valor cobrará mayor
importancia en cuanto logre perfeccionar al hombre en un aspecto más
íntimamente humano.
Los valores infrahumanos: Son aquellos que sí
perfeccionan al hombre, pero en aspectos más inferiores, en aspectos que
comparte con otros seres, con los animales,
por ejemplo. Aquí se encuentran valores como el placer, la fuerza,
la agilidad, la salud.
Los valores humanos inframorales: Son aquellos valores
que son exclusivos del hombre, ya no los alcanzan los animales, únicamente el
hombre. Aquí encontramos valores como los económicos, la riqueza, el éxito,
por ejemplo. La inteligencia y el conocimiento,
el arte,
el buen gusto. Y socialmente hablando, la prosperidad, el prestigio, la autoridad,
etc.
Valores Instrumentales: Son comportamientos alternativos
mediante los cuales conseguimos los fines deseados.
Valores Terminales: Son estados finales o metas en la
vida que al individuo
le gustaría conseguir a lo largo de su vida.
Cuando hablamos de valor, generalmente nos referimos a
las cosas materiales,
espirituales, instituciones,
profesiones, derechos
civiles, etc., que permiten al hombre realizarse de alguna manera.
El valor es, entonces, una propiedad
de las cosas o de las personas. Todo lo que es, por el simple hecho de existir,
vale. Un mismo objeto (persona o cosa) puede poseer varios tipos de valores,
por ejemplo, un coche puede ser útil además de bello.
El valor es pues captado como un bien, ya que se le
identifica con lo bueno, con lo perfecto o con lo valioso.
El mal es, entonces, la carencia o la ausencia de bien.
Se llama mal al vacío, es decir, a lo que no existe. Por ejemplo, el agujero en
el pantalón, es la falta o ausencia de tela.
Existen dos tipos de bienes;
los útiles y los no útiles:
Un bien útil se busca porque proporciona otro bien, es el
medio para llegar a un fin. Por ejemplo, si voy a comprar un coche para poder
ir al trabajo (utilidad)
busco un coche de buena marca,
de buen precio,
que me sirva para mi fin, ir al trabajo.
Un bien no útil, por el contrario, es el que se busca por
sí mismo. Por ejemplo, las personas son bienes no útiles, porque valen por sí
mismas, por el hecho de existir como seres humanos, tienen dignidad y no pueden
ser usadas por los demás.
Los valores valen por sí mismos, se les conozca o no. Van
más allá de las personas, es decir, trascienden, por lo que son y no por lo que
se opine de ellos.
Todos los valores se refieren a las necesidades o
aspiraciones humanas. Las personas buscamos satisfacer dichas necesidades.
Éstas se pueden clasificar de la siguiente manera:
Necesidades primarias: Son las necesidades fisiológicas
que todo ser humano tiene que satisfacer, por ejemplo, el alimento, el vestido,
la vivienda.
Necesidades de seguridad:
Se refieren al temor a ser relegados por los demás.
Los valores físicos, como el afecto y la salud, así como
los valores económicos, el poseer una existencia con un mínimo de confort,
satisfacen en gran medida estas necesidades básicas.
Necesidades sociales: Es cuando un núcleo familiar ya no
es suficiente para el desarrollo
de la persona por lo que tendemos a formar nuevos grupos
de pertenencia. Se busca ser digno
ante uno mismo y ser alguien ante los demás. Aquí
encontramos valores como la fama, el poder, el prestigio, el amor
y el afecto.
Necesidades de autorrealización: Se refieren a encontrar un
sentido a la vida, trascender en una obra creativa, luchar por un ideal, como
la verdad, la belleza o la bondad. Estas necesidades se satisfacen por medio
del cultivo de la ciencia,
el arte, la moral
y la religión.
Las características de los valores son:
Independientes e inmutables: son lo que son y no cambian,
por ejemplo: la justicia, la belleza, el amor.
Absolutos: son los que no están condicionados o atados a
ningún hecho social, histórico, biológico o individual. Un ejemplo puede ser
los valores como la verdad o la bondad.
Inagotables: no hay ni ha habido persona alguna que agote
la nobleza, la sinceridad, la bondad,
el amor. Por ejemplo, un atleta siempre se preocupa por
mejorar su marca.
Objetivos y verdaderos: los valores se dan en las
personas o en las cosas, independientemente que se les conozca o no. Un valor objetivo
siempre será obligatorio por ser universal (para todo ser humano) y necesario
para todo hombre, por ejemplo, la sobre vivencia de la propia vida. Las valores
tienen que ser descubiertos por el hombre y sólo así es como puede hacerlos parte
de su personalidad.
Subjetivos: los valores tienen importancia al ser
apreciados por la persona, su importancia es
sólo para ella, no para los demás. Cada cual los busca de
acuerdo con sus intereses.
Objetivos: los valores son también objetivos
porque se dan independientemente del conocimiento que se tenga de ellos. Sin
embargo, la valoración es subjetiva, es decir, depende de las personas que lo
juzgan. Por esta razón, muchas veces creemos que los valores cambian, cuando en
realidad lo que sucede es que las personas somos quienes damos mayor o menor
importancia a un determinado valor.
Como ya lo mencionamos son aquellos valores que
perfeccionan al hombre en lo más íntimamente humano, haciéndolo más humano, con
mayor calidad como persona.
Los valores morales surgen primordialmente en el
individuo por influjo y en el seno de la familia,
y son valores como el respeto,
la tolerancia,
la honestidad, la lealtad, el trabajo,
la responsabildad, etc.
Para que se dé esta transmisión de valores son de vital
importancia la calidad de las relaciones con las personas significativas en su
vida, sus padres, hermanos, parientes y posteriormente amigos y maestros. Es
además indispensable el modelo
y ejemplo que estas personas significativas muestren al niño, para que se dé
una coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.
Además es de suma importancia la comunicación
de la familia.
Cuando el niño ha alcanzado la edad escolar
se hará participe de esta comunicación abierta, en la toma de decisiones y en
aportaciones sobre asuntos familiares.
Posteriormente estos valores morales adquiridos en el
seno de la familia ayudarán a insertarnos eficaz y fecundamente en la vida
social. De este modo la familia contribuye a lanzar personas valiosas para el
bien de la sociedad.
Recordemos que una persona valiosa, es una persona que
posee valores interiores y que vive de acuerdo a ellos. Un hombre vale
entonces, lo que valen sus valores y la manera en como los vive.
Ya en el ámbito social, la persona valiosa buscará ir más
allá de "mi libertad", "mi comodidad o bienestar" y se
traducirán estos valores en solidaridad,
honestidad, libertad de otros, paz, etc.
La libertad: La libertad parece ser el bien más preciado
que posee el hombre. Libertad de conciencia, para alcanzar una vida coherente y
equilibrada desde el interior, libertad de expresión, para poder difundir
nuestras ideas y promover el debate
y la discusión abierta, libertad de reunión como garantía para asociarme con
aquellos que comparten ideales y trabajar por los mismos, libertad para elegir
responsable y pacíficamente a nuestros gobernantes.
La solidaridad: Surge cuando mi libertad, mi desarrollo y
mi bienestar ya no son compatibles con las necesidades y desgracias de los
demás. Ya no nos limitamos a compartir en el seno familiar, sino con los demás.
A escala
internacional supone que nuestro país debe ser solidario con los países más
necesitados del planeta, compartir no sólo en el ámbito económico, también en
el educativo y cultural.
Compartir el conocimiento para combatir el analfabetismo
y la incultura, para reducir enfermedades y epidemias,
por ejemplo.
La paz: Es quizás prioridad esencial de nuestro mundo, un
mundo que ha sufrido dos grandes guerras,
con consecuencias devastadoras para los pueblos y las personas, un mundo que
todavía se enfrenta a un sinnúmero de conflictos
locales y regionales.
Una persona con altos valores morales promoverá el
respeto al hombre, la cooperación y comprensión, una actitud
abierta y de tolerancia, así como de servicio
para el bienestar común
Sin asumir posturas pesimistas o cínicas, sino
propositivas, es necesario reconocer una realidad: en gran medida el
comportamiento de la sociedad indica que se están dejando de asumir los valores
morales, y en cambio
se introyectan otros que podemos llamar antivalores, lo cual mina o denigra las
relaciones humanas. Las causas pueden ser diversas y combinadas, como: el
egoísmo excesivo, la influencia de algunos medios
de información,
conflictos familiares, padres irresponsables en la crianza de sus hijos,
presiones económicas, pobreza,
etc.; pero sobre todo el funcionamiento de un Sistema
Educativo desvinculado de las necesidades actuales de los ciudadanos. Sin
embargo, la formación escolar debe ser el medio que conduzca al progreso y a la
armonía de toda nación;
por ello, es indispensable que el Sistema Educativo Nacional, concretamente,
renueve la curricula y las prácticas educativas del nivel básico
principalmente, otorgando prioridad al ámbito problemático referido.
El proceso
de desvalorización siempre ha estado
presente en todos los tiempos y civilizaciones; empero no tan acentuadamente
como en la contemporaneidad. Aunque todavía existen personas que revelan una
gran calidad humana, es decir, que asumen las normas universales de toda
sociedad, tales como la responsabilidad,
la humildad, la honradez, la solidaridad, el respeto, entre otras; la mayor
parte de la población
reproduce lo opuesto: la negligencia, el engaño, la agresividad, la envidia,
etc. Sobran los ejemplos cotidianos que pueden comprobar esta hipótesis.
Veamos tres casos: la escuela,
la familia y la pareja.
En el primero, lo único que se ha conseguido es
reproducir una instrucción tradicional, desvinculada de las demandas efectivas
de los mexicanos (Héctor Aguilar Camín et al.), 1995:46), y que, además,
soslaya la enseñanza
y práctica de los valores. Comúnmente, los problemas típicos de los alumnos
pertenecientes a las instituciones de educación
básica (particularmente en el grado de secundaria) son: irresponsabilidad en la
elaboración de tareas escolares, falta de respeto a los profesores, agresividad
física o verbal
hacia los compañeros, vandalismo y demás. Para algunos adultos las actitudes
anteriores podrían ser normales e incluso justificables ya que los cambios
emocionales y físicos de la infancia
a la adolescencia
son diversos; pero tal no es una verdad absoluta sino circunstancial puesto que
los individuos son impredecibles, distintos entre sí, únicos, y se desarrollan
conforme a las variables
y situaciones de su entorno. Por ello, los profesionales de la formación
escolar deberán promover ambientes áulicos agradables y educar para evitar toda
manifestación anémico social o de pérdida de valores. Desde esta perspectiva,
la nueva educación del siglo XXI tendrá que ser esencialmente preventiva.
Acerca del segundo, a pesar de ser considerada como
primordial núcleo socializador y potencial transmisor de normas morales al
sujeto, en varias ocasiones ha transitado por un proceso de degradación; tal es
el caso de los que viven diversos niveles de violencia intra familiar, la
desintegración, la envidia entre hermanos, la deshonestidad, la desigualdad o
preferencia hacia algún hijo, la desconfianza o escasa comunicación, etc. Para
contribuir activamente a la solución de estas problemáticas, una alternativa
viable es que las instituciones educativas de dicho nivel fortalezcan
sustantivamente y renueven cursos, asesorías pedagógicas generales y
especializadas referentes a la enseñanza de los principios
universales, con el fin de impartir una educación moral a los padres, en
diferentes horarios y de acuerdo a su tiempo
libre. De ahí que la familia tendrá que sostener correspondencia directa con la
escuela.
Respecto al tercero, tanto el matrimonio
como el amor libre son loables sólo si son honestos y vislumbran proyección, es
decir, si existe plenamente el sentimiento sincero y mutuo. No obstante,
también se presentan condiciones contrarias: la infidelidad y el interés
meramente material o económico, por ejemplo, lo cual resulta ser una relación
bastante superficial, mundana, efímera en esencia. Ante esto, una vez más, se plantea
necesariamente y con mayor alcance la impartición de los principios
mencionados.
Con base en la experiencia, las situaciones en las que se
distinguen los llamados antivalores son diversas y permanentes; tal es el estilo de
vida actual. El caso de México
no es de los más extremos; el de los estadounidenses sí, "... basta
consultar sus altos índices de criminalidad, prostitución,
drogadicción,
narcotráfico,
alcoholismo,
infidelidades conyugales, etc., para constatarlo" (HUMANIDADES 196: 4).
Así, las generaciones de estos tiempos se orientan hacia la decadencia.
Todo lo anterior nos proporciona elementos para conformar
el perfil del hombre contemporáneo o también llamado sujeto posmoderno.1
"La posmodernidad
no destruye lo axiológico, sino solamente su fundamento absoluto, su punto de
referencia. La posmodernidad inventa nuevos valores, pero todos ellos andan
huérfanos de fundamento: hedonismo, egoísmo, ... ausencia de sentido, ...
individualismo, agresividad, entre otros" (Colom y Mèlich, 1995: 53). Es
el individuo de la contradicción: por un lado es quien produce y domina la
nueva tecnología,
posee ciertas aptitudes, ejecuta órdenes; por el otro, es un ser enajenado,
alejado de los ideales, desmoralizado, que con facilidad estalla con violencia
e intenta "aplastar" a sus semejantes. El panorama es desalentador, y
los esfuerzos reivindicatorios tienen que centrarse en la escuela.
Por último, la educación básica no es sólo una de tantas
etapas de formación escolar, sino también es la base en la que se constituye la
personalidad del individuo, o sea, el fundamento intelectual, moral, emocional,
etc., que orientará su posterior desarrollo; lo principal. De ahí la
importancia de la transformación de este nivel académico, que debe consistir en
una reestructuración de la curricula y las prácticas escolares en las que los
profesores y los alumnos aborden crítica
y reflexivamente (Paulo Freire,
1997:40), mediante técnicas
grupales, los diversos temas de actualidad: el racismo,
las crisis
económicas, la identidad
nacional, la globalización,
la sexualidad,
etc., otorgando primordial importancia al fomento de los valores en coordinación
con la familia. Sólo así es posible construir un nuevo modelo de sociedad, que
se distinga por la justicia, la igualdad
y la armonía.
Todo ser humano tiene conciencia de que hay algo que está
bien o mal moralmente hablando, pues posee lo que llamamos sentido moral, por
otro lado también existe la conciencia moral, que es la valoración sobre la moralidad
de un acto concreto.
Si tomamos el término bueno, bien, en el sentido
práctico, es aquello que mueve a la voluntad por medio de las representaciones
de la razón, no a partir de causas subjetivas sino de modo objetivo, por
razones válidas para todo ser racional como tal.
Para que un acto sea bueno deben ser buenos los tres
factores fundamentales que los motivan, esos tres factores son:
1) Objeto- contenido (lo que se hace, la materia
del acto)
2) Circunstancias- (factores o aspectos que determinan y
precisan el objeto, el quien, el cuándo, el cómo, etc.).
3) Fin- (Intención o motivo del acto, aquello para lo que
se hace).
Basta con que uno de esos factores sea malo, para que
todo el acto sea malo, ya que para los moralistas el fin bueno no justifica los
medios malos.
La conciencia moral está integrada por un elemento
intelectual, un elemento afectivo y un elemento volitivo, el intelecto o razón
juzga, aprueba o desaprueba el acto, el elemento afectivo nos da respuesta
sobre los sentimientos hacia ese acto, y el volitivo que tiene una tendencia
natural al bien y que lo hace querer el bien moral. Según Kant
si el hombre fuera solo sensibilidad, sus acciones estarían determinadas por
impulsos sensibles, si fuera únicamente racionalidad, serían determinadas por
la razón. Pero el hombre es al mismo tiempo sensibilidad y razón, y en esta
posibilidad de elección consiste la libertad que hace de él un ser moral.
Podemos clasificar la conciencia moral como verdadera o
errónea, en cierta, probable, dudosa, perpleja, justa, etc.
Hablamos de conciencia verdadera cuando puede dictaminar
objetivamente lo que es bueno o malo y es errónea cuando no puede hacerlo, de
conciencia cierta cuando el juicio moral es firme y seguro,
de probable cuando existen otras alternativas, dudoso cuando el juicio moral se
suspende ante la duda, perplejo cuando existe colisión de deberes y justo cuando
se juzga de manera adecuada el acto moral.
¿Pero cómo se forman esas conciencias?
El hombre procura obrar con conciencia recta, ello supone
autorreflexión y consulta a los demás, para ir adquiriendo una conciencia
formada y madura.
El problema se plantea cuando estamos en conciencia
perpleja o en conciencia dudosa, como ya dijimos la conciencia perpleja supone
un conflicto
de deberes y tenemos que inclinarnos por el que nos parece más fuerte o
imperioso, mientras que en la conciencia dudosa debemos descartar para salir de
dudas y luego formar una conciencia moralmente cierta.
La conciencia como norma subjetiva, se apoya en los principios
morales o en el sentido moral. Los principios morales son expresiones de la ley
moral natural.
Valores Morales y Relaciones
Humanas.
Los Actos Humanos
Existen dos tipos de actos, los Actos humanos y los Actos
del hombre, ambos son ejecutados por el hombre pero poseen ciertas diferencias:
Los Actos Humanos. Son ejecutados consciente y
libremente, es decir, en un nivel racional. Son originados en la parte
típicamente humana del hombre, es decir, en sus facultades específicas, como
son la inteligencia y la voluntad. Estos son el objeto material de la Ética y
son los que pueden ser juzgados como buenos o malos desde el punto de vista de
la Moral.
Los Actos del Hombre. Carecen de conciencia o de libertad
o de ambas cosas, un ejemplo claro es por ejemplo la digestión, la respiración,
etc. Los actos del hombre sólo pertenecen al hombre porque él los ha ejecutado,
pero no son propiamente humanos porque su origen no está en el hombre en cuanto
a hombre, sino en cuanto a animal. Estos actos carecen de moral (son amorales)
por lo tanto no pueden juzgarse desde el punto de vista moral como buenos o
malos, si pueden juzgarse como buenos o malos pero desde otro punto de vista,
como por ejemplo el fisiológico.
Los actos, ya sean humanos o del hombre, tiene un cierto
valor ontológico independiente del valor moral. El valor ontológico o
metafísico de la conducta
humana se refiere al hecho real, a la existencia, a la objetividad del acto. En
cambio el valor moral depende de ciertas condiciones subjetivas y propias de la
persona que ejecuta dicho acto, como la intención, la libertad, el grado
conciencia, etc. El valor moral se encuentra solo en los actos humanos y el
valor ontológico se encuentra en ambos.
Cuando se dice que un acto humano tiene un valor moral,
se está implicando que este valor moral puede ser de signo positivo o de signo
negativo. Trabajar, por ejemplo, tiene valor moral positivo, pero asesinar
tiene un valor moral negativo. Normalmente hemos designado al valor moral
negativo como "inmoral", pero esta palabra, en su etimología, indica
mas bien un desligamiento del valor moral y los únicos actos que están
desligados de los valores morales son los actos del hombre, pero estos ya han
sido calificados como "amorales".
Todo acto humano tiene un elemento psíquico que también
es motivo de una valoración moral, este es el "Fin" o
"intención" que es el objetivo o finalidad por la cual se realiza un
acto humano, por medio del fin o intención dos actos humanos idénticos pueden
diferir notablemente por el autor que realizó cada acto.
La palabra "Fin" tiene varios significados,
desde luego no se tomará en cuenta el que se refiere a lo último, lo extremo.
La palabra fin significa intención, objetivo, finalidad.
La palabra fin tiene una doble división cuando significa
objetivo o finalidad.
Cuando significa objetivo, suele considerarse el fin
próximo (es el que se subordina a otros), el fin último (no se subordina a
ningún otro), el fin intermedio (participa de los dos, o sea, se subordina al
fin último y él mismo mantiene subordinado al fin próximo).
Cuando hablamos del fin como intención o finalidad,
podemos referirnos al fin intrínseco del acto (es el que posee la acción
misma de acuerdo a su propia naturaleza)
o al fin del sujeto que ejecuta el acto (es el que de hecho intenta el actor de
la acción, en algunas ocasiones este fin difiere con respecto al fin del acto).
Otro aspecto que ha estado conectado a la Ética desde el
tiempo de Aristóteles
es el tema de la felicidad. La felicidad es la actualización de las potencias
humanas, es decir, la realización y el ejercicio de a facultades y demás
capacidades del hombre. Cuando el hombre pone a funcionar sus potencialidades,
la consecuencia natural es la felicidad. Además, éste es el fin propio del
hombre. El hombre está hecho para ser feliz. Desde el punto de vista de la Filosofía
y la Psicología,
la felicidad es la consecuencia normal de un funcionamiento correcto del ser
humano. Se pueden distinguir tres tipos o niveles de felicidad:
La Felicidad Sensible. Es la experiencia de satisfacción
y beneplácito a partir de los sentidos.
La Felicidad Espiritual. Es superior a la sensible y se
obtiene por el correcto funcionamiento de las potencialidades humanas en un
nivel suprasensible, como la inteligencia, la voluntad, el amar, la libertad,
el arte, las virtudes, etc.
La Felicidad Profunda. Proviene del núcleo de identidad personal.
Es una felicidad más refinada que las dos anteriores y sólo se percibe cuando
el individuo capta su propio núcleo por medio de un conocimiento conceptual y
matemático.
Cuando disponemos de los recursos
emocionales adecuados, lo que anteriormente parecía amenazador, podemos
terminar abordándolo como un desafío y afrontarlo con energía y hasta con
entusiasmo.
"Las normas que gobiernan el mundo laboral
están cambiando. En la actualidad no sólo se nos juzga por lo más o menos
inteligentes que podamos ser ni por nuestra formación o experiencia, sino
también por el modo en que nos relacionamos con nosotros mismos o con los
demás."
Según la gran cruzada de Goleman: que desde todos los
ámbitos posibles se comience a considerar la inteligencia emocional y sus competencias
como claves para el éxito personal y profesional. He aquí alguna colección de
frases más que ilustran sus planteamientos:
Los argumentos más convincentes y poderosos se dirigen
tanto a la cabeza como al corazón.
Y esta estrecha orquestación entre el pensamiento
y el sentimiento es posible gracias a algo que podíamos calificar como una
especie de autopista cerebral, un conjunto de neuronas que conectan los lóbulos
prefrontales el centro ejecutivo cerebral, situado inmediatamente detrás de la
frente y que se ocupa de la toma de decisiones-con la región profunda del cerebro
que alberga nuestras emociones.
De este modo, resulta ciertamente paradójico que las
habilidades "blandas" tengan una importancia decisiva en el éxito
profesional en los dominios más duros.
La excelencia depende más de las competencias emocionales
que de las capacidades cognitivas.
Incluso en las profesiones técnicas y científicas, el
pensamiento analítico ocupa un tercer lugar, después de la capacidad de influir
sobre los demás y de la motivación
de logro.
A la hora de tomar una decisión, "el primer paso es
siempre muy consciente, deliberado y analítico, pero no debemos desdeñar el
aspecto emocional porque ambos son igualmente importantes. Es lo que se
denomina corazonada, intuición.
La capacidad de percibir este tipo de sensaciones
subjetivas tiene un origen evolutivo. Las regiones cerebrales implicadas en las
sensaciones viscerales son mucho más antiguas que las del centro del
pensamiento racional.
Los circuitos
nerviosos ligados a los centros emocionales (la amígdala) nos proporcionan una
respuesta somática- una sensación visceral- de la decisión que debemos tomar.
La expresión clásicamente utilizada para referirse a este
tipo de sensibilidad que nos orienta es la de sabiduría.
Nuestra mente no está organizada como un ordenador que
pueda brindarnos una pulcra copia impresa de los argumentos racionales a favor
y en contra de una determinada decisión, basándose en todas las ocasiones
anteriores en que hayamos tenido que afrontar una situación similar. En lugar
de ello, la mente hace algo mucho más elegante, calibrar el poso emocional que
han dejado las experiencias previas y darnos una respuesta en forma de
presentimiento o sensación visceral.
Para ilustrar su tesis,
el autor toma nota de varias investigaciones
en las que se recogen las características de lo que se denominan
"trabajadores estrella" así como las características que los
empresarios buscan actualmente en los trabajadores.
Las investigaciones que a lo largo de las décadas han
tratado de rastrear los talentos de los trabajadores "estrella" nos
indican que existen dos habilidades que se han vuelto cruciales en los noventa:
la formación de equipos y la capacidad de adaptarse a cambios.
Existen un conjunto completamente nuevo de capacidades
que están comenzando a perfilarse como rasgos distintivos de los trabajadores
estrella, entre las que cabe destacar la capacidad de servir de catalizador del
cambio y el aprovechamiento de la diversidad.
Descubrimos que existen algunas competencias que
diferenciaban a los trabajadores estrella de los otros. A saber: empatía,
autodisciplina, iniciativa.
Para afrontar adecuadamente las situaciones emocionales
en sumo grado hace falta ser un buen mediador, es decir, hay que ser capaz de
despertar la confianza de los demás y de establecer un adecuado rapport con
ellos, es decir, saber escuchar, ser capaz de persuadir y saber aconsejar. En palabras
de este mismo directivo: "para poder alentar la confianza de los demás
usted debe ser consciente de sí mismo, asumir el punto de vista de los demás y
ser también capaz de estar plenamente presente".
La única habilidad cognitiva que diferencia a los
directivos "estrella" de los mediocres es la capacidad de reconocer
pautas, es decir la capacidad de extraer la información necesaria para
comprender las tendencias más relevantes y forjarse una "visión
global" que permita planificar estrategias
de acción para el futuro.
Los mejores siempre están dispuestos, por ejemplo, a
quedarse un tiempo extra para ayudar a sus compañeros a concluir un proyecto
y no se guardan para sí los pequeños descubrimientos que pueden facilitar el
trabajo sino que los comparten abiertamente. Son personas que no compiten, sino
colaboran.
Las competencias emocionales más relevantes para el éxito
caen dentro de los tres grupos siguientes:
Iniciativa, motivación
de logro y adaptabilidad
Influencia, capacidad para liderar equipos y conciencia
política
Empatía, confianza en uno mismo y capacidad de alentar el
desarrollo de los demás.
En un mundo tan cambiante encontramos que la
flexibilidad, la posibilidad de adaptarse al cambio es más importante que la
experiencia.
Sólo cuando una persona muestra
un amplio ramillete del espectro total de las competencias emocionales existe
la posibilidad de que alcance lo que Mc Clelland denominó "punto
crítico", una condición que permite descollar como un trabajador
"estrella" y desempeñar una función
semejante a la de los catalizadores en ciertas reacciones químicas.
¿Qué buscan actualmente los empresarios de los
trabajadores?
Capacidad de escuchar y de comunicarse verbalmente.
Adaptabilidad y capacidad de dar una respuesta creativa
ante los contratiempos y los obstáculos.
Capacidad de controlarse a sí mismo, confianza,
motivación para trabajar en la consecución de determinados objetivos, sensación
de querer abrir un camino y sentirse orgulloso de los logros conseguidos.
Eficacia grupal e interpersonal, cooperación, capacidad
de trabajar en equipo y habilidad para negociar las disputas.
Eficacia dentro de la organización,
predisposición a participar activamente y potencial de liderazgo.
Características y rasgos de las personas que fracasan
Pero si estas son las competencias de los trabajadores
estrella y por tanto, las que lo empresarios valoran más en la actualidad, las
características y rasgos de las personas que fracasan son:
Las conclusiones de una investigación
realizada con altos ejecutivos que había acabado fracasando arrojaban los
siguientes rasgos en común:
Rigidez: incapacidad para adaptarse al cambio e
imposibilidad para asimilar o responder adecuadamente a la retroalimentación
sobre los rasgos que deben cambiar o mejorar. Con poco desarrollo de la
capacidad de escuchar y aprender.
Relaciones muy pobres: personas que critican muy
severamente, insensibles o exigencias exageradas que terminan confundiendo a
sus subordinados.
Las diferencias entre los directivos que triunfan y los
que fracasan suele girar en torno
a dos de las principales dimensiones de las competencias emocionales que
enumeramos a continuación:
Autocontrol: los jefes que fracasan soportan mal la presión
y tienden al mal humor y los ataques de cólera.
El directivo con éxito no pierde el equilibrio
durante las situaciones tensas, sino que aun en medio de la crisis mantienen su
serenidad.
Responsabilidad: los fracasados reaccionen defensivamente
ante los errores y las críticas, negándolas, encubriéndolas o intentado
descargar su responsabilidad sobre otras personas
Fidelidad: los errores están ligados al exceso de
ambición, al deseo de seguir adelante a expensas de los demás. Los directivos
que triunfan muestran un profundo interés por las necesidades de sus subordinados.
Habilidades sociales: los que fracasan muestran un exceso
de arrogancia, agresividad o prepotencia.
Establecimiento de vínculos y aprovechamiento de la
diversidad: los directivos que fracasan son incapaces de crear una red de cooperación y
relaciones provechosas.
La importancia de la Inteligencia
Emocional para Managers y Técnicos
Cientos de millones de dólares, euros y monedas de todo
tipo se gastan los managers y directivos al año en formación. Desde luego, si
hay algo que preocupa es el desarrollo de líderes en las organizaciones,
esta perspectiva no escapa de la Inteligencia Emocional, como tampoco se escapa
el desarrollo de estas competencias a los técnicos tan importantes en la era de
los "bits"
El principio de Peter, que afirma que uno se ve promocionado
hasta que alcanza su nivel de incompetencia muestra como, el hecho de que una
persona sea ascendida por sus buenos conocimientos técnicos no presupone que
vaya a ser un buen jefe, ya que la situación de dirigir personas es nueva para
él. Este principio explica porqué el entorno laboral se encuentra saturado de
malos jefes.
Stephen Rosen del MIT explica respecto a los científicos
y los técnicos: "Cuanto más inteligentes son, mayor es también su
incompetencia emocional y social. Es como si el músculo intelectual se hubiera
fortalecido a expensas de los músculos
de las competencias personal y social" A este fenómeno lo denomina
"Incapacidad Aprendida".
Antes de introducirnos en los conceptos manejados,
conviene invertir algo de tiempo en saber como entiende el autor conceptos como
competencia,
inteligencia práctica o incluso competencia emocional:
La inteligencia emocional, una destreza que nos permite
conocer y manejar nuestros propios sentimientos, interpretar o enfrentar los
sentimientos de los demás, sentirnos satisfechos y ser eficaces en la vida, a
la vez crear hábitos mentales que favorezcan nuestra propia productividad.
Una competencia es un rasgo personal o un conjunto de
hábitos que llevan a un desempeño
laboral superior o más eficaz o, por decirlo de otro modo, una 0habilidad que
aumenta el valor económico del esfuerzo que una persona realiza en el mundo
laboral.
Inteligencia práctica: una combinación de destreza y
experiencia. Así pues, aparte del CI son nuestras habilidades prácticas y las
capacidades técnicas que podamos dominar las que determinarán nuestro desempeño
cotidiano.
La pericia es, en gran medida, una combinación entre el
sentido común y los conocimientos y habilidades concretos necesarios para
desempeñar adecuadamente nuestro trabajo. La pericia se adquiere mediante el
aprendizaje cotidiano y nos permite comprender los entresijos de una
determinada profesión, un conocimiento real que sólo puede ser fruto de la
práctica.
Una competencia emocional es una capacidad adquirida
basada en la inteligencia emocional que da lugar aun desempeño laboral
sobresaliente.
Nuestra inteligencia emocional determina la capacidad
potencial de que dispondremos para aprender las habilidades prácticas basadas
en uno de los siguientes elementos compositivos: la conciencia de uno mismo, la
motivación, el autocontrol, la empatía y la capacidad de relación.
Veamos a continuación como el autor define las
características más importantes de la Inteligencia emocional
Las habilidades de la inteligencia emocional son
sinérgicas respecto de las cognitivas y los trabajadores estrella tienen unas y
otras.
Las emociones descontroladas pueden convertir en estúpida
a la gente más inteligente.
Pero el hecho de poseer una elevada inteligencia
emocional, no garantiza que la persona haya aprendido las competencias
emocionales que más importan en el mundo laboral sino tan sólo que está dotada
de un excelente potencial para desarrollarlas.
Las conclusiones de un estudio realizado en Harvard
exponen que las personas pueden experimentar intuitivamente, en los primeros
treinta segundos de un encuentro, la impresión básica que tendrán a los quince
minutos…o al cabo de medio año.
La intuición y las sensaciones viscerales constituyen un
índice de nuestra capacidad para captar los mensajes procedentes del almacén
interno de recuerdos emocionales, nuestro patrimonio
personal de sabiduría y sensatez (…)
Las características de las capacidades de la inteligencia
emocional son:
Independencia. Cada persona aporta una contribución única
al desempeño de su trabajo.
Interdependencia: cada individuo depende en cierta medida
de los demás.
Jerarquización: las capacidades de la inteligencia
emocional se refuerzan mutuamente.
Necesidad pero no suficiencia… poseer las capacidades no
garantiza que se acaben desarrollando.
Genéricas…se pueden aplicar por lo general a todos los
trabajos, pero cada profesión exige competencias diferentes.
El desarrollo conceptual de libro
sigue la definición y la explicación de las competencias emocionales
Competencia personal. Determinan el modo en que nos
relacionamos con nosotros mismos
Conciencia de uno mismo: conciencia de nuestros propios
estados internos, recursos e intuiciones.
Conciencia emocional: reconocer las propias emociones y
efectos
Valoración adecuada de uno mismo: conocer las propias
fortalezas y debilidades.
Confianza en uno mismo: seguridad en la valoración que
hacemos sobre nosotros mismos y sobre nuestras capacidades
Autorregulación: control
de nuestros estados, impulsos y recursos internos
Autocontrol: capacidad de manejar adecuadamente las
emociones y los impulsos conflictivos
Confiabilidad: fidelidad al criterio de sinceridad e
integridad
Integridad: asumir la responsabilidad de nuestra
actuación personal
Adaptabilidad: flexibilidad para afrontar los cambios
Innovación: sentirse cómodo y abierto ante las nuevas
ideas, enfoques e información.
Motivación: las tendencias emocionales que guían o
facilitan el logro de nuestros objetivos.
Motivación de logro: esforzarse por mejorar o satisfacer
un determinado criterio de excelencia.
Compromiso: secundar los objetivos de un grupo
u organización.
Iniciativa: prontitud para actuar cuando se presenta la
ocasión.
Optimismo: persistencia en la consecución de los
objetivos a pesar de los obstáculos y los contratiempos.
Competencia social. Determinan el modo en que nos
relacionamos con los demás
Empatía: conciencia de los sentimientos, necesidades y
preocupaciones ajenas
Comprensión de los demás: tener la capacidad de captar
los sentimientos y los puntos de vista de otras personas e interesarnos
activamente por las cosas que les preocupan
Orientación hacia el servicio: anticiparse, reconocer y
satisfacer las necesidades de los clientes
Aprovechamiento de la diversidad. Aprovechar las
oportunidades que nos brindan diferentes tipos de personas
Conciencia política: capacidad de
darse cuenta de las corrientes emocionales y de las relaciones de poder
subyacentes en un grupo
Habilidades sociales: capacidad para inducir respuestas
deseables en los demás
Influencia: utilizar tácticas de persuasión eficaces
Comunicación: emitir mensajes claros y convincentes
Liderazgo: inspirar y dirigir a grupos y personas
Catalización del cambio: iniciar o dirigir los cambios
Resolución de conflictos: capacidad de negociar y
resolver conflictos
Colaboración y cooperación: ser capaces de trabajar con
los demás en la consecución de una meta común
Habilidades de equipo: ser capaces de crear la sinergia
grupal en la consecución de metas colectivas
La capacidad de reconocer el modo en que nuestras
emociones afectan a nuestras acciones y la capacidad de utilizar nuestros
valores como guía en el proceso de toma de decisiones.
Conciencia emocional: Reconocer nuestras emociones y sus
efectos
Las personas dotadas de esta competencia:
Saben qué emociones están sintiendo y porqué
Comprenden los vínculos existentes entre sus
sentimientos, sus pensamientos, sus palabras y sus acciones
Conocen el modo en que sus sentimientos influyen sobre su
rendimiento
Tienen un conocimiento básico de sus valores y sus
objetivos
Richard Boyatzis define la conciencia de sí mismo como:
"la capacidad de permanecer atentos, de reconocer los indicadores
y sutiles señales
internas que nos permiten saber lo que estamos sintiendo y de saber utilizarlas
como guía que nos informa de continuo acerca del modo como estamos haciendo las
cosas"
La conciencia emocional comienza estableciendo contacto
con el flujo de sentimientos que continuamente nos acompaña y reconociendo que
estas emociones tiñen todas nuestras percepciones, pensamientos y acciones y un
modo que nos permite comprender el modo en que nuestros sentimientos afectan
también a los demás.
El flujo de los sentimientos
El trasfondo de nuestra vida emocional discurre de un
modo parejo al flujo de nuestros pensamientos. En el fondo de nuestra
conciencia siempre existe algún estado de ánimo que, aunque, por lo general, no
nos percatemos de los sutiles estados de ánimo que fluyen y refluyen mientras
llevamos a cabo nuestra rutina cotidiana. Pero el día a día hace que estemos
mucho más preocupados por nuestro flujo de pensamientos, sumergiéndonos en la
tarea que estamos llevando a cabo sin percibir los sentimientos que esto genera
en nosotros. Para sensibilizarnos de este ruido
subterráneo de estados de ánimo y emociones es necesario que hagamos una pausa
mental, pausa que raramente nos permitimos. Nuestros sentimientos nos acompañan
siempre, pero raramente nos damos cuenta de ellos, por el contrario, solamente
nos percatamos cuando éstas se han desbordado.
Es como si nuestras emociones tuvieran su propia agenda,
pero nuestras agitadas vidas no le dejaran espacio ni tiempo libre y, en
consecuencia, se vieran obligadas a llevar una existencia subterránea. T toda
esa presión mental termina sofocando esa voz interna que constituye la más
segura brújula
para navegar adecuadamente por el océano de la vida.
A las personas incapaces de reconocer cuales son sus
propios sentimientos los podríamos denominar "analfabetos
emocionales".
En ciertas personas, esta sordera emocional constituye
una especie de olvido de los mensajes que nos manda nuestro cuerpo en forma,
por ejemplo, de jaqueca crónica, dolor lumbar o ataques de ansiedad.
Pero la conciencia de uno mismo es una habilidad que
puede ser cultivada, por ejemplo con la meditación cotidiana.
Dejarnos guiar por nuestra brújula interna
La conciencia de uno mismo constituye una especie de
barómetro interno que nos dice si la actividad que estamos llevando a cabo, o
la que vamos a emprender, merece realmente la pena. Los sentimientos nos
proporcionan una imagen
global de toda situación. Y, en el caso de que existan discrepancias entre
nuestros valores y nuestros sentimientos, el resultado será una profunda
inquietud en forma de culpabilidad,
vergüenza, dudas, ensoñaciones, inquietud, remordimientos o similares. Y todo
ese ruido de fondo actúa a modo de niebla emocional que inspira sentimientos
que pueden acabar saboteando todos nuestros esfuerzos.
Algunas investigaciones demuestran que los trabajadores
estrella efectúan elecciones que les permiten trabajar dejando intacta o fortalecida
su autoestima,
tienen en cuenta el tipo de proyecto que más les interesa, el tipo de personas
con quienes puede resultar más estimulante trabajar y qué contribución personal
pueden hacer para mantener la eficacia.
Dirigir la propia vida
Como dice el refrán: "si no sabes hacia donde te
diriges, cualquier camino sirve", lo cual significa que, cuanto menos
conscientes seamos de lo que realmente nos apasiona, más perdidos nos
hallaremos... Y este ir a la deriva puede llegar incluso a dañar seriamente
nuestra salud. Tal vez sea por esto por lo que las personas que sienten que su
trabajo no les permite aprovechar sus potencialidades o que sienten que su
actividad es rutinaria y aburrida, corren un mayor riesgo
de experimentar dolencias cardiacas.
La conciencia de nosotros mismos nos proporciona, pues,
una brújula segura para armonizar nuestras decisiones con nuestros valores más
profundos.
El reconocimiento sincero de nuestros puntos fuertes y de
nuestras debilidades, la visión clara de los puntos que debemos fortalecer y la
capacidad de aprender de la experiencia.
Conocer nuestros recursos, nuestras capacidades y
nuestras limitaciones internas
Las personas dotadas de esta competencia:
Son conscientes de sus puntos fuertes y de sus
debilidades
Reflexionan y son capaces de aprender de la experiencia
Son sensibles al aprendizaje
sincero de la experiencia, a los nuevos puntos de vista, a la formación
continua y a desarrollo de sí mismo.
Cuentan con un sentido del humor que les ayuda a tomar
distancia de sí mismos.
Puntos ciegos
El primer paso necesario para aumentar nuestra eficacia
consiste en identificar una necesidad que debamos mejorar aunque esta
conciencia pueda ser sumamente difícil de alcanzar.
Los ejecutivos fracasados parecen mostrarse muy poco
dispuestos a reconocer sus propios errores y desdeñan a las personas que osan
señalárselos. Su resistencia
es un claro ejemplo, de que no pueden hacer nada por cambiar las cosas.
Una de las informaciones más difíciles de conseguir
dentro del mundo empresarial es un "re-aprendizaje" constructivo y
sincero de lo que estamos haciendo, especialmente de nuestros errores. Pasamos
mucho más tiempo criticando los errores de las personas que haciéndoselos ver
abierta y sinceramente... Parece como si existiera una especie de pacto
fáustico, una confabulación que nos lleva a actuar como si todo estuviera bien,
cuando en realidad no lo está.
Siempre que alguien se comporta así en una situación
determinada expresa los signos
inequívocos de la existencia de un "punto ciego".
A continuación enumeramos algunos de los puntos ciegos
más comunes y costosos, determinados a partir de un estudio realizado por
Robert E. Kaplan:
Ambición ciega: compite en lugar de cooperar, jactancioso
Objetivos poco realistas
Esfuerzo desmedido
Intromisión
Sed de poder
Necesidad insaciable de reconocimientos
Preocupación por las apariencias
Necesidad de parecer perfecto
La función de estos puntos ciegos no es otra que la de
impedir que la gente llegue a conocerse así mismos, puesto que tal cosa les
obligaría a admitir algo, sus propios errores, que no están dispuestos a
reconocer.
Esto te hace que seas refractario a cualquier aprendizaje
de la experiencia.
Todos estos puntos ciegos son hábitos aprendidos y, en
consecuencia, si tenemos alguna carencia en uno o en otro sentido, siempre
podemos aprender a hacer mejor las cosas.
Los trabajadores estrella buscan deliberadamente el
feedback y desean conocer la opinión que los demás tienen de ellos porque saben
que se trata de una información sumamente valiosa. También las personas que se
conocen muy bien a sí mismas son buenos trabajadores ya que su autoconciencia
les permite corregir continuamente sus fallos.
La conciencia de uno mismo es un instrumento valiosísimo
para el cambio, especialmente si nuestra necesidad de cambio se halla en
consonancia con nuestras propias metas personales, con nuestra misión
y con nuestros valores fundamentales, entre los que se encuentra el hecho de
que intentar mejorar es algo positivo.
Confianza en Sí Mismo
El coraje que se deriva de la certeza en nuestras
capacidades, valores y objetivos
Una sensación muy clara de nuestro valor y de nuestras
capacidades
Las personas dotadas de esta competencia:
Manifiestan confianza en sí mismas y poseen presencia
Pueden expresar puntos de vista importantes y defender
sin apoyo de nadie lo que consideran correcto.
Son emprendedores y capaces de asumir decisiones
importantes a pesar de la incertidumbre y las presiones.
La confianza en sí mismo es la condición indispensable de
toda actuación sobresaliente porque, a falta de ella, las personas solemos
carecer de la suficiente convicción para afrontar las dificultades que se nos
presentan. La confianza en nosotros mismos nos proporciona, en suma, la
suficiente seguridad como para asumir el papel de líder.
Para los que carecen de confianza en sí mismos:
Cada fracaso confirma su sensación de incompetencia
Se manifiestan sentimientos de impotencia, inoperancia y
una abrumadora sensación de inseguridad
Tienen el temor de parecer completos ineptos
Renuncian fácilmente a las propias opiniones y juicios,
incluso las buenas ideas, cuando estas se ven cuestionadas
Se muestran con indecisión crónica, especialmente bajo
presión
Se asustan ante el más mínimo riesgo
No saben comunicar las ideas útiles
Un exceso de confianza en sí mismos puede producir:
Arrogancia (sobre todo si la persona no tiene habilidades)
Puede ser una manifestación de ausencia de realidad
Las personas con una adecuada confianza en sí mismos:
Se muestran eficaces
Capaces de asumir desafíos y dominar nuevas tareas, a
pesar de las posibles críticas en contra
Se ven a sí mismos como catalizadores, promotores e
iniciadores
Justifican adecuadamente sus decisiones y acciones,
mostrándose firmes ante ellas.
Te da energías suficientes como para tomar decisiones
Tienen el valor de expresarse, de decir lo que realmente
opinan
Tener talento y creer en él
La confianza en uno mismo está muy ligada a lo que se
denomina "auto eficacia", el juicio positivo de nuestra capacidad de
actuar. Pero la auto eficacia no es lo mismo que nuestras capacidades reales,
sino más bien lo que creemos que podemos llegar a hacer con ellas. Por sí sola
nuestra capacidad no basta para garantizar el desempeño óptimo, sino que
también debemos creer en ella para poder sacarle el máximo provecho.
Existe una relación muy estrecha entre la conciencia de
uno mismo y la auto confianza. Cada uno de nosotros dispone de un mapa interno
de sus propias preferencias, capacidades y deficiencias.
Autocontrol
Gestionar adecuadamente nuestras emociones y nuestros
impulsos conflictivos
Mantener bajo control las emociones e impulsos
conflictivos
Las personas dotadas de esta competencia:
Gobiernan adecuadamente sus sentimientos impulsivos y sus
emociones conflictivas
Permanecen equilibrados, positivos e imperturbables aún
en los momentos más críticos
Piensan con claridad y permanecen concentrados a pesar de
las presiones
El autocontrol se manifiesta por la ausencia de
explosiones emocionales o por ser capaz de relacionarse con una persona
enfadada sin enojarnos.
Un sorprendente descubrimiento, extraído de los estudios
sobre el cerebro de personas que se hallan sometidas a situaciones estresantes
pone en evidencia que la actividad del cerebro emocional socava algunas de las funciones
de los lóbulos prefrontrales, el centro ejecutivo que se halla inmediatamente
detrás de la frente.
Los lóbulos prefrontrales constituyen el asiento de la memoria
operativa, es decir, de la capacidad para prestar atención
y recordar la información sobresaliente, una instancia esencial para la
comprensión, el entendimiento, la planificación,
la toma de
decisiones, el razonamiento y el aprendizaje.
Cuando la mente permanece en calma, el rendimiento de la memoria
operativa es óptimo, pero cuando tiene lugar una urgencia el funcionamiento del
cerebro cambia a una modalidad autodefensiva centrada en la supervivencia,
consumiendo recursos de la memoria operativa y transfiriéndolos a otras
localizaciones cerebrales que le permita mantener los sentidos
en estado de hipervigilancia.
En la medida en que nos hallemos preocupados por
pensamientos movilizados por nuestras emociones, la memoria operativa dispondrá
de mucho menos espacio atencional
Las situaciones que nos estresan parecen multiplicativas
y desde el punto de vista de nuestro cuerpo no existe ninguna diferencia entre
nuestra casa y nuestro trabajo.
LA CONCENTRACIÓN
El hecho de vernos inundados de información nos coloca en
una modalidad reactiva de respuesta como si continuamente nos viéramos
obligados a sofocar pequeños conatos de incendio. Y, puesto que cada uno de
estos mensajes constituye una distracción, la función que se ve más afectada es
la concentración, haciendo sumamente difícil volver a centrarse en una tarea
que se ha visto interrumpida. Por esto, el efecto acumulativo de este diluvio
de mensajes acaba generando una situación de distracción crónica.
Las distracciones constituyen una de las principales
causas del descenso de la eficacia personal.
IMPULSIVIDAD
Es la incapacidad de refrenar una respuesta que ya se ha
desencadenado
La autorregulación de las emociones
ESFUERZO EMOCIONAL
Este concepto
se refiere al esfuerzo interno que tenemos que hacer bien para controlar
nuestras emociones, bien para comprender las emociones de los demás.
Para poder determinar el coste de un esfuerzo emocional,
debemos conocer antes el grado de identificación que mantiene la persona con su
trabajo.
EXCESO DE CONTROL EMOCIONAL
El autocontrol emocional no es lo mismo que el exceso de control,
es decir, la extinción de todo sentimiento espontáneo que, obviamente, tiene un
coste físico y mental.
El hecho es que entre todas las relaciones que
establecemos en nuestro entorno laboral, la que mantenemos con nuestro jefe o
supervisor tienen un mayor impacto sobre nuestra salud física y emocional.
Un día nefasto en la oficina
no implica ningún problema, pero un conflicto persistente con un superior es
una circunstancia lo suficientemente estresante como para acabar minando
nuestra resistencia inmunológica.
El mero hecho de ser conscientes de los sentimientos que
bullen en nuestro interior puede tener un efecto muy positivo sobre nuestra
salud. El autoconocimiento desempeña un papel fundamental en el control del estrés.
NO MANIFESTAR LAS EMOCIONES: LA IMPLOSIÓN EMOCIONAL
Este tipo de personas experimentan, en cualquier caso, el
colapso interno propio de tal situación de en forma de problemas
psicosomáticos, aunque no se vean afectados por el secuestro
emocional.